La mayoría de la gente carece de propósitos y metas en la vida. Millones de almas viven llevadas por las olas del mar de las circunstancias. Muchos cristianos e iglesias se encuentran en este estilo de vida. Viven su fe como una tradición sin alcanzar la madurez ni cumplir con los planes de Dios para su generación. Pueden llegar a ser muy activos pero poco productivos. Esto no es bíblico.
Vayamos a Génesis 1 y encontraremos el método de Dios en la creación. El proceso de salvación y santificación sigue el mismo orden.
Pero en medio de las tinieblas, se mueve el Espíritu de Dios que convence al pecador de su bancarrota espiritual, lo confronta con la eternidad, lo guía al arrepentimiento, le provee de fe y lo hace nacer de nuevo. Aquí es donde comienza la aventura de la vida cristiana que sigue un proceso muy similar al de la creación. Vayamos día a día y hagamos un paralelo entre la creación y la consagración a Dios.
4. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
5. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.
En el Evangelio de Juan 1:9 se nos dice que Jesús es el Verbo, es Dios y es la Luz verdadera que alumbra a todo hombre y quienes lo reciban, los que creen en su nombre tienen el derecho de ser hijos de Dios. Un nuevo creyente se convierte en luz del mundo (Mateo 5:14). Es así que la primera evidencia de haber nacido de nuevo es separarse de las tinieblas, abandonar el mundo, el pecado. Por ello, el Apóstol Pablo escribió en 2 Corintios 5:17 que: “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
El creyente debe considerarse muerto al pecado (Romanos 6:2) y ya no debe vivir en él. El cristiano debe presentar su cuerpo como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios y no conformarse a este siglo, sino transformar su manera de pensar de acuerdo a las Escrituras (Romanos 12:1-2).
Dios tomó el primer día para separar la luz de las tinieblas. La primera etapa de la vida cristiana consiste en ordenar nuestra vida personal. Se debe abandonar el adulterio, la fornicación y toda inmoralidad sexual para vivir en pureza como Cristo le ordenó a la mujer sorprendida en adulterio en Juan 8. Se deben restaurar relaciones rotas, extender el perdón a quienes nos han ofendido. Es necesario pagar deudas y restituir lo robado como el publicano Zaqueo en Lucas 19.
Dios ha escogido lo vil y menospreciado pero no para que sigamos siendo viles e inmundos sino para que anunciemos las virtudes de un Dios que nos cambia y nos restaura la imagen divina que perdimos con el pecado. Un cristiano genuino jamás será igual, porque Cristo vive en él y el Espíritu Santo produce en su vida amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. La luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecen contra ella (Juan 1:5). Cuando un hijo de Adán pasa a ser hijo de Dios, no únicamente cambia su eternidad, su más allá, sino su más acá, su vida diaria, su mente y sus valores.
7. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.
8. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.
Dios hizo la expansión y separó las aguas de arriba de las aguas de abajo
Jesucristo afirmó en Juan 15:3 que su palabra nos limpia, nos lava. Las aguas representan la Palabra. Pero hay aguas de arriba y aguas de abajo. El segundo paso en la vida cristiana es aprender a distinguir la Palabra de Dios (las aguas de arriba) de las palabras de los hombres (las aguas de abajo).
Existen muchos grupos pseudocristianos dirigidos por gente que enseñan desviaciones de las Escrituras, varios de estos líderes viven en pecado, sus iglesias no están registradas legalmente y varias de ellas son resultado de divisiones de otras iglesias. Algunas las llaman sectas. Sus enseñanzas representan las aguas de abajo, sus interpretaciones particulares de las Escrituras y sus visiones o sueños en forma de dogmas.
En el segundo día, el cristiano debe aprender a separar las enseñanzas bíblicas de las enseñanzas de los hombres. Para ello debe sujetarse a la Palabra profética más segura a la cual debe estar atento como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro (2 Pedro 1:19). La Biblia es la lámpara que ilumina nuestro andar diario (Salmo 119:105). El Espíritu provoca deseo en el creyente, como niño recién nacido, de la leche espiritual no adulterada, para crecer para salvación (1 Pedro 2:2). Pero en poco tiempo debe ejercitar sus sentidos espirituales en el discernimiento del bien y del mal para degustar de alimento sólido propio de quienes han alcanzado madurez (Hebreos 5:14).
El cristiano procura escudriñar toda la Escritura porque es inspirada por Dios y es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia a fin de prepararse para vivir como Dios manda (2 Timoteo 3:16-17). En los pasajes que causan dificultad, se sujeta a la ley y al testimonio (Isaías 8:20). Un cristiano que adopta la mentalidad de Berea de escudriñar día a día las Escrituras (Hechos 17:11) evitará ser desechado como el pueblo que fue destruido porque le faltó conocimiento (Oseas 4:6).
El cristiano debe saber en qué cree, invertir en su educación y estar siempre preparado para presentar las verdades cristianas a quienes le rodean (1 Pedro 3:15). ¿Usted ya ha separado las aguas de arriba de las aguas de abajo?
10. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.
11. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.
12. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.
13. Y fue la tarde y la mañana el día tercero.
Las áreas secas en la vida del creyente son aquellas dónde aún tiene influencia el maligno. Adicciones, hábitos pecaminosos, amargura, falta de perdón, heridas del pasado. Poca gente ha encontrado solución instantánea al alcoholismo, a la promiscuidad y otros males al recibir a Cristo en su vida. La mayoría tiene que pasar por un proceso de sanidad que algunos llaman sanidad interior, sanidad emocional o sanidad del alma.
En Lucas 4:18-19, Jesucristo afirmó que la profecía de Isaías se cumplió en Él, al leer:
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Además de salvar, Cristo puede sanar a todos los oprimidos: quienes han sido abusados sexualmente, quienes han sufrido maltrato intrafamiliar, a los huérfanos, a las viudas, a los delincuentes, a los quebrantados de corazón. Al llegar a Cristo tenemos restauración y sanidad de toda herida del pasado.
El profeta Jeremías nos dice que hay que entresacar lo precioso de lo vil (15:19). Es decir, permitir que Cristo sane nuestra heridas y una vez sanos, usar nuestra experiencia para ayudar a otros en circunstancias similares. En palabras de Pablo, permitir que Cristo “nos consuele en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Corintios 1:4).
Verifique si existen lugares secos en su vida y entresaque lo precioso de lo vil. Su pasado es pasado, los yugos se pudren a causa de la unción, de la llenura del Espíritu en el corazón del creyente (Isaías 10:27). Si no identifica lugares secos, ¡Gloria a Dios! Siga creciendo en su vida cristiana.
La mejor manera de haber superado los lugares secos es cuando en nuestra vida se muestra el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
15. y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
16. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
17. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
18. y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
19. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.
Las lumbreras se hicieron para alumbrar, señorear y separar la luz de las tinieblas.
Todos los creyentes debemos descubrir qué dones hemos recibido, aprender a usarlos, avivarlos mediante su ejercicio. Al ejercitar nuestros dones servimos de señales al mundo, alumbramos el entendimiento con la luz del Evangelio y podemos separar la luz de las tinieblas, porque abatimos la ignorancia y el pecado.
21. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
22. Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
23. Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
25. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
26. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
29. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
30. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
31. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
3. no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;
4. que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad
5. (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);
6. no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.
7. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
Esta etapa representa el establecimiento de los ministerios de gobierno enunciados por Pablo en Efesios 4:11-12:
Son ministerios que requieren de las personas más maduras por las responsabilidades que enfrentan en su servicio. Estos ministerios requieren varones ejemplares, perfectos, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo y no niños fluctuantes; gente que ha avanzado más allá de los rudimentos y siguen adelante a la perfección.
Por ello, en el sexto día Dios coronó su creación con el ser humano a su imagen y semejanza. Es la etapa de servir a Dios como Adán en el huerto, la etapa del diálogo directo con Dios, cara a cara.
¿Es usted un creyente que ha llegado a esta madurez? Entonces reprodúzcase, gobierne, señoree. Si no es maduro, tenga paciencia. Si se adelanta, se causará muchos dolores de cabeza, a usted y a otros.
2. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
3. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
Dios consagró el séptimo día. Como nuestro Padre, ha apartado un día para dedicárselo a sus hijos. Este ejemplo divino reprueba la adicción al trabajo. Pero más allá de eso, representa la etapa en que el cristiano va más allá del éxito ministerial y se consagra a su Creador.
Muchos siervos de Dios son muy activos, pero a algunos se les olvida consagrarse a Dios. Están de lleno en la obra, pero no tienen tiempo para el Dios de la Obra. De aquí las vergonzosas “caídas” de ministros y líderes “exitosos.” Las tres “F” que llegan a inscribirse en las tumbas de muchos ministerios son “Faldas, Fama y Finanzas.” Ejemplos bíblicos no faltan: Sansón, Balaam, Judás Iscariote y otros.
9:25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
9:26 Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como Quien golpea el aire,
9:27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
Si hemos llegado a la madurez, consagrémonos al Señor.
El sabio Salomón, se olvidó de consagrarse a Dios y cuando “era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios.” (1 Reyes 11:4).
Conságrese a Dios, vuelva al primer y único Amor, deje la tibieza, haga de su vida una ofrenda agradable al Creador. Esto lo hará apto para recibir el calificativo divino de “buen siervo y fiel” y se le dará “amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (1 Pedro 1:11).
La vida cristiana inicia en medio de las tinieblas pero termina en la luz. Por la gracia de Dios, por la fe en sus promesas y ayudados de su Espíritu se pueden superar las pruebas en el desierto como lo hicieron Josué y Caleb.
El cristianismo es un Camino, no una zona de descanso, debemos avanzar. Sigamos las pisadas del Maestro que la columna de fuego se está moviendo. Confiemos en que como lo hizo en la creación, la buena obra que Dios ha comenzado en cada uno de nosotros la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6). Si en verdad ha salido de las tinieblas, de Egipto, continúe el proceso hasta la consagración, no se detenga, no se estanque.El desierto no debe convertirse en nuestra tumba. Nos espera la Tierra Prometida. En el séptimo día Dios quiere pasar tiempo con nosotros, toda una eternidad.
© Sixto Vicente.
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